Pocas historias llenan de tanta iniciativa como la de Love146. Y esta es una causa para ser contada en un día tan perfecto como hoy, y cualquiera del año.
Me enteré de ella por Brains of Fire, y debo confesar, sin alguna vergüenza al respecto, que he tenido que contener el aliento cuantas veces que la he leído.
En 2002, Rob Morris y sus colegas fundadores de Love146 viajaron al sureste de Asia en un viaje exploratorio para determinar cuanto podían servir en la lucha contra el tráfico sexual de niños y niñas. En una de sus experiencias, una pareja de fundadores fue llevada junto con investigadores encubiertos a un burdel donde fueron testigos de niñas siendo vendidas por sexo. Y Rob lo cuenta así:
“Nos encontrábamos parados hombro a hombro con depredadores en una pequeña habitación, viendo a niñas pequeñas a través de un panel de vidrio. Todas estas niñas usaban vestidos rojos con un número colgado con un alfiler en sus vestidos como una identificación.
Estaban sentadas, viendo algunas caricaturas en un pequeño aparato de TV pero sin mirada. Estaban ausentes, cascarones de lo que debió haber sido una niña. No había luz en sus ojos, no quedaba vida. Su luz había sido quitada de ellas. Estas niñas… violadas cada noche… siete, diez, quince veces cada noche. Ellas eran tan jóvenes. Trece, doce… era difícil de decir. La tristeza cubría sus rostros con nada. Excepto una niña. Una niña quien no podía mirar las caricaturas. Estaba viendo hacia el vidrio, hacia nosotros. Creo que era nueva porque aun le quedaba un poco de lucha en sus ojos. Nunca sabré su nombre. Pero nunca recordaré su número. Su número era 146. Aun había lucha en sus ojos. Aun había algo de vida dentro de esta niña…
… Todas estas emociones empiezan a destruirte. A quebrantarte. Es agonía. Es dolor. Es ira. Es tristeza. La reacción es intuitiva, instintiva. Es visceral. Libera un grito de llanto desde dentro de ti. Incita una indignación visceral. Es insoportable. Recuerdo que quería romper el vidrio. Para sacarla de ese lugar. Para recoger el mayor numero de ellas como pudiera con mis brazos. Para llevármelas a todas de ahí. Quería romper el vidrio y decirle que siguiera luchando. Que no se diera por vencida. Para decirle que regresaríamos por ella…” – Rob Morris. Presidente y Co-fundador de Love146
Love146 History from LOVE146 on Vimeo.
Puedes leer la historia de amor completa acá.
Ellos se llaman a si mismos abolicionistas. Y no son parte del club de corazones rotos, o “Love146 Broken Hearts Club”, porque les guste. Estan ahí porque tienen el corazón roto. Es el único requisito para entrar y unirse a la lucha en contra de la esclavitud y explotación infantil.
“Si celebramos nuestros corazones rotos, eran nuestra mejor herramienta para cambiar nuestro mundo”
Cada año, quien apoyan Love146 toman el día de San Valentín como una oportunidad para celebrar el Amor y el apoyo a Love146. Es por eso que decidimos escribir sobre ellos este día.
Los eventos de Love146 resultan estupendas formas para reclutar miembros. Solo basta con escuchar la historia de Rob o de cualquier de los fundadores y no resulta difícil colocarse el 146 en la camisa. No es de extrañar que incluso chiquillos lleven sus jarrones de ahorros llenos de monedas o algunos con solo un par de dólares. Estos niños también pasar a ser abolicionistas de esclavos. Y es un honor llamarse a si mismo un abolicionista.
Una historia que causa tanto impacto en quienes la escuchan, que se ha convertido en el principal motor de reclutamiento y promoción de la causa de abolición de la esclavitud infantil en el mundo.
Saludos,