“Si un auto estándar puede darle la vuelta al mundo, cualquier persona puede usarlo para ir de compras”.
Este puede parecer uno de esos proyectos que atraen mucha prensa, pueden llegar al libro de Records de Guinness, y después de un corto tiempo, pasan al archivo. Pero este es distinto. El 11 de febrero de este año, Xavier y Antonin, de 27 y 28 años, y especialistas en temas de energía en Francia y Europa, emprendieron una aventura un tanto inusual: Recorrer en 8 meses, 25,000 kilómetros a través de 17 países, con un presupuesto de 250€ de combustible, o sea, de Electricidad.
El propósito de la Odisea Eléctrica es promover la imagen de los vehículos eléctricos hacia un público más amplio y reasegurarles la disponibilidad de este tipo de transporte para su movilidad.
Claro esta, como bien lo recuerda el sitio, que debió a que un vehículo de este tipo solo puede conducirse por 150km antes de ser recargado, la tripulación tendrá que hacer una serie de paradas (prácticamente 250) que significaran buscar un lugar (entre casas y negocios) donde pedir algunos mega watts para el vehículo, un Citroën C-Zero.
Y esta es, a mi parecer, la parte más importante del recorrido. Ya que no se trata simplemente de llegar a una estación de combustible, re-abastecerse y continuar con el trayecto. Sino de conocer a personas “reales”, amas de casa, empleados, etc., que pudieran estar dispuestos a ceder cerca de 2€ de energía para el vehículo, que claro, son pagados en el momento. Muchos de ellos han compartido un café caliente, o incluso una comida con Xavier y Antonin.
La mayoría de estas personas se han registrado en el sitio web como “pluggers” dispuestos a auxiliar a la tripulación, y cuyo recorrido puede verse en tiempo real en el sitio web del proyecto.
El punto ganador del proyecto, es que esas 250 personas que colaboren con el recorrido, significarían al menos un grupo de 5 personas que conocerían la historia de primera mano (first hand buzz) por cada una de esas familias o cada uno de sus miembros, sin contar los vecinos que vean al vehiculo estacionado frente a sus casas. No tanto por las bondades del Citroën C-Zero, sino por la gran aventura de recorrer el mundo en un vehículo como éste. Desde la perspectiva de la historia en si, la propagación del mensaje no se hace únicamente por medios masivos gracias al PR que puede generarse en cada ciudad, sino de la gente que tuvo la experiencia de gastar 2€ para que el auto llegue a la próxima recarga después de recorrer otros 110km. Y para una sociedad como la de EEUU, donde el consumo de otro tipo de combustible no es algo que salta a la mente tan fácilmente, esto puede tener un impacto sumamente positivo.
Claro, no todo en el recorrido es fácil. Uno de los últimos tweets de esta mañana, mencionaba que había sido difícil encontrar un tomacorriente para continuar.
Sumado a que al llegar a Nueva York, el cambio de 220V a 110V duplicaba el tiempo de recarga del vehículo. Hasta que alguien se ofreció a fabricarles un convertidor adecuado. Sin contar con las personas que no estarían dispuestas siquiera a escuchar del proyecto, mucho menos a ofrecer algo de electricidad para ellos. Es en realidad una odisea humana, más que tecnológica.
Pueden seguir el proyecto desde Facebook, Twitter y su galería de fotos en Flickr.
¿Quién gana con esta iniciativa? A parte de las empresas y organizaciones europeas que la apoyan, gana la industria automotriz, y ganamos los que buscamos que se use más tecnología amigable con el ambiente. Ganamos todos.
Saludos,
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